Mención de honor del premio Pura Belpré de ilustración Mención de honor del premio Robert F. Silver
Carlos Santana echaba de menos a su papá cuando este se iba. Echaba de menos el olor a jabón en su piel y la sonrisa en sus ojos, pero más que nada echaba de menos el sonido de su violín. Era un sonido que llenaba el mundo de magia y amor y sentimiento y curación. Era un sonido que hacía reales a los ángeles. Carlos también quería hacer reales a los ángeles. Así que comenzó a tocar música. Carlos probó con el clarinete y con el violín, pero los ángeles no vinieron. Luego agarró la guitarra. Tomó el alma del blues y el cerebro del jazz y la energía del rock and roll y añadió el fuego lento de los tambores afrocubanos y el bamboleo con aroma de cilantro de la música con la que había crecido. Había muchas bandas en San Francisco, pero ninguna tocaba de ese modo. ¿Carlos había encontrado por fin el sonido que hiciera reales a sus ángeles?